12 de julio de 2017

La Libertad de Expresión


Es un termino muy manoseado últimamente en Chile, en especial en su variante "Libertad de Expresión".

Pero qué entendemos por libertad? Según su definición, es la capacidad de pensar y obrar bajo la propia voluntad de un individuo. Lo que inevitablemente nos lleva a dos conceptos: Lo que podemos pensar y lo que podemos hacer.

En una sociedad "democrática" hablamos sobre nuestra libertad de pensamiento y creencia. Mientras que nuestra libertad de acción está limitada por el marco legal.

Ahora bien, en qué se relacionan la "libertad de expresión", con la "libertad de pensamiento y/o creencias"? La libertad de expresión, según el artículo 19 de los Derechos Humanos dice:

"Artículo 19.
Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión."

Pero como no todo es tan fácil, el derecho a la "libertad de expresión" no es absoluto. Debemos tener en cuenta la "Responsabilidad Ulterior", que es la obligación que tiene toda persona de asumir las consecuencias de sus dichos, sobre todo si estos incitan a la violencia, discriminación o algún delito.

Dando por comprendido todo lo anterior, es que sostengo la postura de rechazo a las prácticas de ciertos grupos de personas que intentan prohibir la difución de información, condierada por ellos, contraria a sus creencias religiosas.

Creo firmemente que el enseñar a las futuras generaciones sobre distintas religiones, identidades de género e ideologías políticas, despenalizar el aborto (en las 3 causales), el matrimonio igualitario, la adopción por parte de parejas del mismo sexo, etc. Son un paso a la libertad de expresión y de descisión.

Prohibir por que no estoy de acuerdo es lo que durante cientos de años ha mantenido a la humanidad ignorante, reprimida y controlada por quienes creen ser superiores.

29 de abril de 2014

¡Renuncio!

“¡Renuncio!”, se escuchó en mitad de la noche, mientras algunas pocas miradas buscaron la procedencia de aquel reclamo, entre las sombras de los años y el bullicio de la juventud, lograron divisar a un hombre de avanzada edad.

¡Renuncio! – Repitió – ¡Presento mi renuncia a esta humanidad! – Ahora había logrado captar la atención de un par de jóvenes, quienes hicieron una pausa en sus apresuradas rutinas, para reírse de él.- 

Renuncio a esto que ha pasado de ser una humanidad a un puñado de seres individualistas, superficiales y ‘tecnlogodependientes’.

En una vida pasada quise ser escritor. Disfrutaba mirar a las personas que pasaban a mi lado e imaginaba historias sobre sus vidas, su procedencia, sus problemas, sus amores y su futuro. Pero luego de ver como esas personas comenzaban a perder expresión, sus miradas ya no apuntaban a ningún futuro ni a ningún sueño, ya no podía escribir.

Cuando aún era joven, en un viaje camino a mi hogar, me percaté como más de la mitad de los pasajeros del pequeño bus en el cual me encontraba, estaban sumidos en sus celulares. Eran verdaderas máquinas. El celular ya no era un dispositivo que permitía acortar distancias entre seres queridos o que simplificaba relaciones laborales. Había consumido el alma de quienes lo utilizaban.

Ya no existían las conversaciones con extraños en un viaje largo, preguntar datos para llegar a algún lugar, los recuerdos de anécdotas de amigos. Si no estaba registrado en el celular o en Internet, no existía. Quizá la memoria de estos dispositivos era mejor que la de sus mismos usuarios.

Fui creciendo y tuve mi propia familia, luego veía como en los actos en los que participaban mis hijos y luego mis nietos, ya no había nadie mirándolos. Eran sólo cámaras y parpadeos de flash que iluminaban el escenario mientras la otra parte del público, sumidos en sus celulares, estaban preocupados de lo que pasaba en otro lugar.

La misma cultura se fue perdiendo, la escritura pasó a segundo plano cuando fue tan simple dictarle a una computadora y ella escribiera. Luego tampoco fue necesario leer y ahí se pudrió todo.

Renuncio a esto que llaman tecnología, no porque no quiera ocuparla, sino por evitar que ella me ocupe a mí. Porque deseo recuperar lo que antiguamente llamábamos humanidad.

Deseo volver a tiempos en los que las personas se expresaban libremente y la comunicación no se veía entorpecida por la mala ortografía y la falta de expresión de sus escritos, producto de los cual miles de relaciones llegaban a su fin.

Renuncio a la idea de que la tecnología sea vital para nuestras vidas, cuando en un comienzo, de forma inocente pensamos que sería la mejor manera de facilitar y preservar nuestra vida y nuestra humanidad.


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Javier Andrade M.

24 de noviembre de 2013

Sólo tu y yo.

Cierra los ojos y déjate llevar,
que la noche sea nuestra aliada
y oscuridad nuestra compañera.

Que nuestros cuerpos sean uno solo,
permíteme acariciar tu alma y saborear tu boca.
Dejemos de lado la inocencia y juguemos con el deseo,
nada importa si estamos tu y yo

Disfrutemos nuestro momento
entre besos y miradas,
entre suspiros y palabras al oído,
que la noche se haga eterna
pues la luna y las estrellas
serán nuestras únicas compañeras.

Confiésame tus miedos y deseos
y permíteme por un momento
hacerte feliz...

Soñar

Habían pasado algunos años desde la última vez que nos vimos, esa noche en un restaurant que frecuentaba la encontré. Fue extraño al comienzo y la miré de reojos. Ella compartía en una mesa algo distante a la mía, sonría y hablaba animadamente.

En un momento de la noche cruzamos miradas y se detuvo por un segundo el tiempo. Podía observar claramente cada gesto de su cara, su sonrisa, esos labios rojos que me cautivaron, el movimiento de su mano y la postura de su cabeza que dejaba ver la hermosura de su cuello. La apertura de su vestido obsequiaba una bella vista de su hombro, lo que me tenía loco.

Mucho tiempo había pasado y no me atrevía a acercarme a hablarle, no sabría que decirle a la cara, quizás tartamudearía del nerviosismo, era todo tan confuso para mí.

Desviaba  la mirada e intentaba pensar en otra cosa, pero luego me descubría mirándola. Era tan hermosa, tan atrayente, tan sensual que todo el mundo la observaba. De cierta forma ella lo sabía y yo intentaba pasar desapercibido entre la multitud.

Era imposible no voltear a verla, esos lunares en su cuello me tenían loco. Creo que me acercaré a ella, intentaré hablarle.

Nunca una distancia tan corta se me había hecho tan eterna, me sentía observado y disminuido, quedaban dos mesas, tan solo dos mesas que nos separaban y parecía una eternidad el camino entre ambos.

Al llegar a su lado me quedé sin palabras, miré a sus acompañantes buscando alguien familiar. – Hola -. Dije tímidamente. Ella me miró y tuve que repetir el saludo. – Hola -. Me dijo ella sonriendo y el corazón parecía que me iba a explotar.

- Te vi a lo lejos y pensé en pasar a saludarte. -. Disparé como si se me acabara el aire, mientras ella me miraba fijamente a los ojos. Estaba nervioso y el que ella lo notara empeoraba todo.

En ese momento perdí totalmente la noción del tiempo, hablamos muchas cosas sin importancia, hablamos de viejos tiempos, nos actualizamos un poco y seguimos conversando. Intentaba parecer calmado, pero cada segundo era una eternidad, no podía dejar de mirar sus labios y desear besarla. Era ella quién controlaba la situación y yo me sentía como su mascota, encerrado en una jaula sin saber que iba a ser de mí.

La noche iba terminando, pensé en invitarla a una segunda parte, pero no me atreví. Aún era muy pronto para eso, yo no pertenecía a su realidad. Llegué a mi casa y me recosté sobre mi cama mirando al techo pensando en ella, en su sonrisa, en el gesto que hizo al saludarme, en su cuello, en su piel, en su voz… En lo ridículo que me veía hablando con ella temblando como un bebé. Quizás en un tiempo más, si nos volvemos a encontrar y compartimos más. Por ahora, sólo me queda dormir y soñar.

Insistir

Mientras mi corazón insiste en gritar a los cuatro vientos tu nombre, mi cerebro me pide desesperadamente que te olvide. Mientras la distancia que nos separa se burla de mi y el tiempo avanza lentamente, yo estoy aquí pensando en ti queriendo estar contigo... distante, confuso, triste... ¿Por qué ha de ser tan complicado esto?. 

Me duele verte en sueños y despertar solo y lejos de ti, me duele quererte tanto y saber que no sientes lo mismo por mi. Mi mente me pide que te olvide, me pide que entienda que no es posible, pero mi corazón es presistente, es un romántico y soñador que está a la espera de que algún día las cosas cambien.

Quizá nunca ocurra, quizá nunca deje de ser un sueño. Este sueño hermoso de poder hacerte feliz.  

Felicidad

He pasado mucho tiempo queriendo a quien no me quiere, deseando lo que no puedo tener y alejando a quienes si me quieren. Mucho tiempo pensando, discutiendo conmigo mismo y evitando hablar cuando tengo que hacerlo. He desperdiciado tiempo haciendo lo que no me gusta y permitiendo situaciones que no me agradan. Pero lo más trágico, es que muchos al leer esto pensarán: "Acostúmbrate, pues todos hacemos cosas que no nos gustan. La vida no es hacer lo que uno quiere. La vida no es fácil..." 

Por qué somos tan tontos que no somos capaces de ver la felicidad frente a nosotros. Nos cuesta ver lo bueno de cada día, disfrutar la sonrisa de un desconocido, un cruce de miradas en la calle, un saludo o un simple "gracias". Estamos tan cegados en nuestro deseo de ser felices, que somos incapaces de serlo.

Disfrutemos la vida, el día a día. La lluvia y la oportunidad de reflexionar que nos brinda, o de sentir el calor de una hoguera y el abrazo de un ser querido. El viento que hiela nuestros huesos, nos da la felicidad de entrar a un lugar cálido, darnos cuenta que hay sitios que nunca pensaríamos que serían tan agradables. 

Disfrutemos de la música, de pasear entre la multitud escuchando algo que nos agrade, dejando que nuestra mente vuele y soñemos despiertos.

Valoremos cada segundo de nuestra existencia, con nuestros amigos, compañeros de curso, colegas de trabajo, familiares y sobre todo, disfrutemos de las experiencias que vivimos con perfectos desconocidos. 

Seamos capaces de sonreírle a alguien en la calle y veremos lo valioso que es sentir una sonrisa en respuesta. No sabemos lo feliz que podemos hacer a una persona obsequiándole una sonrisa. 

Les propongo algo: no intentemos ser felices, simplemente, seámoslo. Lo primero que nos aleja de la felicidad, es desearla.

12 de agosto de 2012

Hablamos de la vida, arreglamos y destrozamos el mundo en un minuto. Pero al minuto siguiente volvemos a ser simples mortales olvidando el poder que tienen nuestras palabras, esas mismas que se pierden entre copa y copa.

21 de julio de 2012

Hay personas que no aceptan los defectos de los demás, pero esperan que todo el mundo aplauda los de ellos.

La valentía y la estupidez

La valentía y la estupidez tienen muchas cosas en común, 
quizá por eso cuando pensamos ser lo primero terminamos siendo lo segundo.